No
es cierto, que encontraremos ciudades donde el problema de la desigualdad esté bajo control, como tampoco es cierto, que las políticas urbanísticas de todas
las ciudades estén colmadas de malignas y demagógicas conspiraciones. Lo que sí
es una gran mentira, es creer que
el valor cultural de una ciudad se mide a través de sus edificaciones. Afortunadamente, las ciudades dependen
de su factor humano, y para que este no sea el corte de su propia herida, esta
ciudadanía debe rendirle culto la convivencia y exigir espacios ingeniosos que
cultiven la libre expresión, si no es así la ciudad acabara con su propia salud.
Ejemplo
de ello, lo encontramos en el corazón de París, concretamente, en la plaza
Igor-Stravinsky, a pocos metros del Centro Pompidou, en el barrio de Le Marais.
En la pared del edificio que hace esquina con la Iglesia gótica de Saint Merri
o la pequeña Notre Dame, se encuentra una de las obras de arte urbano más
notorias por no decir la más célebre de la ciudad, la cual podemos observar, si
lo deseamos, a través de las esculturas cinéticas y coloridas de la Fuente de
Autómatas de Jean Tinguely y Niki de Saint Phalle. Este mural que refleja un
gigantesco rostro que nos manda a callar a todos y que debajo de su ojo se destaca la
famosa “fléche rouge” (flecha roja) que es la segunda firma y la marca con la
que artista acompaña todas sus creaciones, esta obra evidentemente fue titulada “Chuuuttt !!!” (¡Chss!!!), y fue realizado en
2011 por Jef Aérosol, uno de los pioneros del arte urbano francés.
La
convivencia entre la arquitectura y las personas se puede percibir a cada metro
del barrio Le Marais, donde las miradas curiosas buscan las distintas
intervenciones que envuelven edificios y mobiliario urbano que a su vez son apoyados
por músicos callejeros. Indiscutiblemente, esta atmósfera engancha con sus
encantos a los turistas que buscan esas sorpresas que regala la ciudad luz, así
como lo hace con los viandantes
amantes del arte público. Dentro del inventario de las obras de este barrio, podemos
encontrar a Shepard Fairey, los retratos femeninos en blanco y negro de la
alemana Konny Steding, los espejos en forma de diamante del artista franco-suizo
Le Diamantaire, los aliens realizado en mosaico de artista francés Invader, las
geniales señales de tránsito modificadas de Clet, entre otras intervenciones
que poco a poco se han ido sumado a este museo al aire libre.
Al
cruzar el río Sena, atravesado la Cite, por supuesto, luego de contemplar la
catedral gótica más famosa y una de las más antiguas de París como lo es Notre
Dame, llegaremos al barrio de Saint-Germain-des-Prés. Una vez allí, es
obligatorio buscar el emblema de la París bohemia como lo fue el hotel D
'Orsay, donde vivió hasta su
muerte el mítico cantante Serge Gainsbourg, pues, resulta que en la pared
exterior de ese hotel, en el número 5 bis de la calle de Verneuil, podemos
encontrar la colorida espontaneidad creativa de los más diversos artistas que a
través de esténciles y grafitis rinden honor a este fallecido intérprete de la
Chanson. Pero si eres un fervoroso amante del arte urbano tienes que ir más al sur, hasta llegar al nº 149 de la calle de Sèvres, para tropezar de frente con otro inmenso mural de 27 metros de alto que se encuentra
en la escalera de emergencia del hospital Necker - Enfants realizado en 1987
por el artista más transcendental del Pop urbano norteamericano como lo es Keith
Haring.
No
hay dudas, que el valor cultural más que en los edificios se encuentra en el corazón
urbano de la gente que conviven, recrean y reinventan a sus ciudades, desde
luego, ese factor humano siempre contará con el sensible patrocinio que le otorga
el arte que en la calle hace que la gente se reúna a la vez que sus corazones
palpiten.
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