Trump proclamó una edad de oro
para los Estados Unidos, presentándose como rescatador, como liberador y como
la persona que va a lograr que un país independiente y soberano, sea
independiente y soberano. Salvó la vida en el atentado de julio, porque Dios
así lo quiso, exhibiéndose sin el menor pudor como un elegido divino. Sin
dudas, Trump será la nueva figura de la cultura Pop de estos tiempos
posmodernos, un ser urgido capaz de acabar con la decadencia y la cultura woke,
de ir del apocalipsis a la era dorada sin despeinarse, en el mismo momento que
ocupe la Casa Blanca.
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"Trump está construyendo un muro de mentiras para mantener fuera la verdad", dice Tom Tenney, creador de la obra. |
El "Muro de las mentiras", levantado en 2020, no está erigido en la frontera entre México y Estados Unidos, sino expuesto en un barrio de Nueva York, ni tampoco está levantado con alambre, hierro u hormigón, sino construido a base de "mentiras", de más de 20.000 mentiras que supuestamente ha pronunciado el presidente Donald Trump desde que en 2017 asumió el cargo. El fenómeno de la “posverdad” ha sido un claro referente en el contexto político-comunicativo de la administración Trump.
Probablemente,
Donald Trump, se erija como las figuras más decisivas en la historia de Estados
Unidos, la huella de una época no lo expondrá como magnate de los negocios. Su
marca definitoria, reflejara a este personaje como una figura Pop, primeramente,
por su negativa a aceptar su derrota en la apuesta reeleccionista de noviembre
de 2020, su denuncia, espuria, de que le robaron aquellas votaciones y la
incitación a sus partidarios quienes como una colorida comparsa fueron a tomar por
la fuerza el Capitolio e impedir el traspaso de poderes en la Casa Blanca en
enero de 2021, con el triste resultado de seis muertos, una acción que puede
ser tomada como una tentativa de golpe de Estado. De haber sido declarado
culpable, habría podido caerle una inhabilitación. Posteriormente, el ex
presidente enfrentó una avalancha de demandas, acusaciones, procesos y juicios
por múltiples causas, civiles y criminales.
El
trumpismo contraataca más radicalizado, exprimiendo el lenguaje acerbo y la
desinformación, previniendo con ecos autoritarios contra la cultura de la cancelación
(wokismo) y urgiendo a que se le vote para "salvar" al país de las
"amenazas a su supervivencia". Tales han sido las consecuencias,
denuncia Trump, del "desastroso" Gobierno del Partido Demócrata en
todos los sentidos. El valedor de las consignas America First y Make America
Great Again (MAGA).
Trump
también fue objeto de dos intentos de asesinato en julio y septiembre, con la
confianza que reflejaban las encuestas, de la mitad de sus paisanos. Alegó que salvó
la vida por acción divina, por lo tanto, era un urgido. Otorgándole a esa
campaña un velo de religiosidad inesperado.
Uno
de los rasgos más característicos del trumpismo es su poderosa maquinaria de
comunicación, hiperactiva en las redes sociales, las webs y los foros de
Internet, pero también en varios medios periodísticos afines o simpatizantes,
empezando por la poderosa cadena Fox. El movimiento trumpista y su entorno
llevan años vertiendo alegatos antisistema, teorías de la conspiración,
declaraciones engañosas y bulos palmarios, muchas veces con carga xenófoba o
racista.
Evidentemente,
los defensores de los derechos humanos y civiles, tendrán trabajo, con las políticas
contra la migración de Trump, leyes que más que ser un acto de xenófobo,
claramente son leyes que promueven la aporofobia que es el rechazo, aversión o
miedo hacia las personas pobres o desfavorecidas. El desprecio a la pobreza hace de estos grupos vulnerables los nuevos parias de este siglo.
Claro
que Trump alega que son sus adversarios políticos y mediáticos los que fabrican
fake news a montones para perjuicio de la nación, y que él solo cuenta "la
verdad". Truth Social fue, precisamente, el nombre elegido para la red
social montada en 2022 por su nueva compañía Trump Media & Tecnología Group
(TMTG). Una plataforma para la "voz real de América" a la que en 2024
siguió la readmisión del político en Twitter, ahora X, luego de la expulsión
sufrida el 8 de enero de 2021, por decisión de su nuevo dueño, el empresario
Elon Musk, nuevo paladín del aspirante republicano.
En
un plano profundo, los planteamientos nacionalistas, populistas e iliberales de
Trump como nueva figura de la cultura Pop tocan de lleno la narrativa
posmoderna de que la realidad se construye al margen de los hechos y de que la
verdad es moldeable al gusto de los deseos y las creencias.
En términos prácticos, el trumpismo no solo se ha apropiado del Partido Republicano, que ha visto desvanecerse su propia identidad, sino que también ha asimilado parcialmente o eclipsado a la llamada derecha alternativa (alt-right), la extrema derecha ajena al republicanismo y valedora del identitarismo o nacionalismos blancos, también es cierto, que Trump, en ocasiones, ha arremetido duramente contra el extremismo y la violencia de grupos supremacistas como el Ku Klux Klan y los neonazis. También es cierto que Trump no ha conseguido seducir a la derecha libertaria, defensora del liberalismo total y del achicamiento o supresión del Estado, que desconfía de sus insinuaciones autoritarias, el encanallamiento de su política migratoria y su propensión al culto a la personalidad.
Aunque
Trump es muy hábil en el exabrupto tosco pero eficaz, él nada tiene que ver con
la esfera intelectual, por lo que su presencia en las guerras culturales es
meramente sobrevenida. Su participación en la batalla más convencional de las
ideas políticas tampoco parece consistente, pues los relatos que maneja siempre
están expuestos a giros inesperados, aun así, los gobiernos de izquierdas,
propensos la propaganda y el culto a su lideres, se ven opacados ante la figura
de Trump y a nivel político se encuentran inquietos porque vislumbran tormentas.
En
todo caso, los artistas urbanos y artivista de todo el mundo no dudaran en retratar
y caricaturizar a la nueva figura Pop o al fantasma de las navidades futuras.
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