viernes, 31 de julio de 2020

El corazón urbano de París (2da parte)


La ciudad luz ilumina al arte callejero, desde el muro de Oberkampf en distrito 11 al Boulevard Vicent Auriol en el distrito 13.


El festivo Barrio de Oberkampf

En uno de nuestros 1er artículos sobre el arte urbano en París, titulado El corazón urbano de París, publicado en enero de 2019, en el dimos cuenta de la situación del arte urbano que podemos encontrar en la ciudad luz. Pero nos quedamos con ganas de más, y como aún hay mucha tela que cortar, decidimos realizar una segunda parte. 

Bien sabemos que la ciudad de París es un espacio cultural con muchos edificios de interés patrimonial y museos, pero lo que desconocemos es que esta ciudad es en sí misma un museo a cielo abierto de arte urbano, con la progresiva desescalada del confinamiento ha permitido que los parisinos redescubran los grafitis, anónimos o de firma, de sus suburbios. Esto se ha convertido en la excusa perfecta para que París retome de poco, su vida cultural congelada por la pandemia, todo a la espera de que los grandes museos abran regularmente sus puertas y de la llegada de los turistas, mientras eso pasa los parisinos descubren o redescubren el arte urbano de su ciudad.  Por lo que, hablaremos del famoso Muro de Oberkampf en el distrito 11 de París, en la esquina de rue Saint Maur y la rue Oberkampf, en pleno corazón de un distrito joven festivo, mismo que se ha convertido en un lugar para el arte urbano y para una animada noche, si queremos combinar ambas cosas.

Muro de oberkampf

Este espacio fundado en marzo de 2003, está administrado por Le MUR que es una asociación comprometida con la promoción del arte urbano, y quienes se pusieron en contacto con nuestra plataforma para conocer el desarrollo de arte urbano en Venezuela. Esta asociación ha establecido tomar prestado este espacio con una regularidad de 24 exhibiciones artísticas institucionalizadas al año, contrariamente, a lo que se piensa cuando se institucionaliza una expresión que se hace ver como libre y rebelde. En este caso, normaliza, socializa, presenta y proyecta al arte urbano sin quitarle un ápice de creatividad a la vez que permite que la gente se acerque a observar el desarrollo de las 24 obras que se suceden por año, dos por mes. Esta asociación ofrece a los artistas urbanos acostumbrados a invertir en la calle un entorno privilegiado donde la intervención puede ser cómodamente apreciada por los viandantes desde la terraza de la cervecería La Place Verte y el café Chabón que flanquean a este muro, que se ven beneficiadas porque cada intervención, generalmente atrae a un público considerable.


El muro desde la terraza de La Place Verte.

La asociación Le M.U.R. como ya se dijo organiza 24 performances artísticos al año en un muro legal situado en la zona gastronómica y de copas del popular barrio de Oberkampf donde se distribuyen panfletos invitando a los viandantes a ver en directo a las intervenciones de los artistas franceses e internacionales creando sus obras. “Nuestros objetivos son animar el barrio, llevar el arte al mayor número de personas y permitir a los artistas vivir de su trabajo", explica Magdalena Gilles de esta asociación parisina.

Las condiciones para participar pasan por la de tener un vínculo con la lógica artística urbana, todas las técnicas y todos los modos de intervención son bienvenidos. Graffiti, Street Art, Diversiones, Instalaciones, In Situ, las contribuciones son gratuitas y múltiples. De esta manera, la asociación Le MUR contribuye a la historia del arte urbano mediante la distribución de las obras creadas sucesivamente en el Muro de Oberkampf, así como en todos los MUR creados en Francia y Europa. Le M.U.R. como asociación lleva comisariado de un espacio de expresión para el arte urbano situado en el corazón parisino en el distrito 11, para lo que invitan y ofrecen las condiciones necesarias a los artistas para intervenir y exponer en un muro de 3 x 8 m con una obra de arte creada previamente diseñada para tal fin.

Vinnie Graffiti.

El arte urbano inevitablemente seguirá surgiendo todo el tiempo en las fachadas de edificios, persianas metálicas e inmobiliario de la ciudad, pero este muro es un lugar garantizado para ver el trabajo nuevo de un determinado artista, eso es Le Mur de Oberkampf, un muro dedicado de forma exclusiva para el arte urbano por donde han pasado artistas como David Walker, Murone, Vinnie Graffiti, Levalet, Obey Giant, los portugueses Vhils y Bordalo II, la española Btoy, el colombiano Stinkfish, o los mexicanos Spaik y CIX Mugre. Todo coordinado por esta asociación encargada también de visualizar e invitar a nuevos artistas a intervenir o transformar el muro cada pocas semanas (consulten su sitio web para obtener más información).


David Walker

Las calles de París albergan un enorme museo a cielo abierto de street art y graffitis, disputando sin complejo la génesis de esta expresión artística callejera con la ciudad de Nueva York, debido que la data de esta expresión nos lleva a principio de los años 60. Considerado vandalismo para unos y arte para otros, el arte urbano está por todas partes pero gracias al arte urbano, la ciudad de París, a menudo gris y lluviosa cambia de piel constantemente. "París está llena de obras (de arte urbano) y su periferia cercana también: Vitry (sur Seine), Saint Denis, Montreuil... Es una ciudad que puede ser explorada a través del street art, que encontramos en diferentes barrios y bajo diferentes formatos", explica Stéphanie Lombard, autora de la Guía del Street Art en París (editorial Alternatives), cuya edición 2020-2021 acaba de salir a la venta en Francia.

Obey Gigant.

Para ver arte urbano en París no es necesario pagar ninguna entrada ni hacer largas colas. Solo hay que pasear por las calles y mantener los ojos bien abiertos. Uno puede descubrirlo por su cuenta o en una visita organizada con un guía especializado. Explorar el arte urbano permite al turista descubrir la ciudad tal y como es, a sabiendas que es una ciudad más segura después de los atentados del 2015, esto permite eludir esos circuitos turísticos marchitos y aventurarse a descubrir otros barrios menos conocidos respetando el distanciamiento social en tiempos de pandemia.

D*Faces

Desde el corazón de París hasta el pintoresco Montmartre, el bohemio barrio de los pintores, pasando por los barrios de Oberkampf, Belleville y Ménilmontant y las orillas del Canal de l'Ourcq. Se puede visitar la rue Dénoyez, una calle tomada por los grafiteros que resiste a la especulación inmobiliaria; descubrir el street art feminista del barrio de Butte-aux-Cailles; o fotografiar los monumentales frescos del proyecto de street art denominado Boulevard Paris 13, al sur de la ciudad, una visita casi obligada para los amantes del arte urbano. En esta ciudad podemos encontrar y registrar como grafiteros desconocidos cohabitan con artistas locales y grandes estrellas internacionales del arte urbano como el británico D*Face, Seth, Conor Harrington, Hush y Daleast, Jef Aérosol, el chileno Inti, Banksy o Shepard Fairey más conocido como Obey, Blek le Rat, Seth, C215, Le CyKlop o el omnipresente Invader (con 1.442 obras realizada con mosaicos de cerámica pixelados).

C215.

El proyecto Boulevard Paris 13, es fruto de la colaboración de la Galerie Intinerrance y el ayuntamiento del distrito XIII de la capital, es un verdadero museo al aire libre de arte urbano. Allí, una treintena de artistas urbanos han pintado murales gigantes en las anodinas fachadas de viviendas sociales. Entre las obras destacan un gato pintado por C215; el fresco d"Liberté, Egalité, Fraternité" de Obey en homenaje a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Francia; y Love won't tear us apart (El amor no nos separará), el fresco del británico D*Face en el que una mujer rubia y un hombre desfigurado (símbolo de amores pasados pero que quedan en la memoria) se abrazan.

Inti.

En los edificios del barrio obrero de Salpetriere al este del río Sena en distrito XIII podemos descubrir un montón de artistas de renombre en las fachadas mientras que a nivel de piso, tenemos también la delicia de descubrir obras que han sido pegadas espontáneamente por esos artistas que buscan espacio en el universo del arte urbano en París con el apoyo institucional o sin él. Está claro, que la ciudad de París se disfruta viendo sus obras en los museos y galerías, pero también en los muros y fachadas de las edificaciones dando un paseo por la ciudad. Aunque la distancia de distrito a distrito es considerable en linea recta supone una media hora de una estimulante caminata por la ciudad, pero siempre esta ese vagón blanco con verde del Metro del parisino recomendamos empezar por el sur desde el Boulevard Vicent Auriol en el distrito XIII al distrito XI para tomarse un selfie y para por una cerveza frente la intervención en el muro Oberkampf debido que desde allí es más fácil conectar caminando con los demás espacios culturales en el barrio de Marais o llegarse por ejemplo a la restaurada Catedral Notre dame o al Centro Pompidou o la plaza de la Bastilla.

Pueden seguir el proceso de estos proyectos a través de los IG @lemuroberkampf y  @boulevardparis13.

Seth globepainter

miércoles, 29 de julio de 2020

Entrevista a Sabotaje al montaje




Taller de Bicicletas entrevistó a SabotajealMontaje (Matías)  quien cuenta con nuestra amistad y admiración por ser uno de los artistas más polifacético con lo que cuenta el arte urbano contemporáneo. No hay dudas que SabotajealMontaje es un artista integral, conocedor de distintas técnicas artísticas lo que le permite intervenciones eclécticas que igual pueden pasar del abstracto constructivismo al hiperrealismo sin perder su firma y la  calidad. Por lo antes dicho, consideramos a este artista uno de los grandes baluartes que tiene el arte urbano, conoce el oficio y sabe qué hacer en cada uno de los espacios que le ha tocado intervenir, por lo tanto, decidimos desempolvar y reproducir la entrevista que le realizamos unos años atrás, para ser exactos 10 años, porque los buenos artistas son aquellos que persisten, manteniendo intacta sus convicciones, mientras su arte evoluciona.

Para conocer algo más de este artista urbano español de origen canario, que ha llenado de atmósferas, figuras, palabras y color las calles y fachadas de todas las islas que conforman el archipiélago canario. Aquí les dejamos la entrevista.


TDB: ¿De  dónde eres y a que se debe el nombre de Sabotajealmontaje?

Sabotaje: Nací en la isla de Lanzarote, hasta los 25 años en Las Palmas, y en estos últimos años En Tenerife, en fin soy de las Islas Canarias, sabotajealmontaje nace sobre el 2002.Es un manifiesto sin texto.

Para mí el mundo y todo lo que lo rodea es un montaje y creo que a estas alturas no hay solución, tanto en la educación, sociedad, dinero, etc. Y hay que buscar el bienestar social y cultural por eso sabotajealmontaje.
Puente serrador, Tenerife.

TDB: ¿En qué se inspira tu propuesta urbana?

Sabotaje: Los últimos 10 años he estado retratando a mi gente, a los que de paso han convivido conmigo experiencia, para mis personajes ilustres,... Todo viene de un proceso creativo desde que saco la foto, la paso por ordenador, la imprimo y luego la paso directamente a la pared y si puede ser en gran formato.

En los últimos 6 años he estado experimentando un graffiti horizontal de solo retratar ahora a cuerpo entero, donde la antropología social aparece cuando definen al individuo como forma de ser, su ropa, música, estéticas que acompañan a cada persona; define el mundo en el que vivimos y eso es lo que pinto.

TDB: ¿Parece en muchos casos que retratas a colegas, es así?

Sabotaje: Si todos los retratados son colegas o amistades, mis graffitis mural son fotos sacadas por mí y luego a interpretarlo al muro.
 
Mural en Jinámar, Canarias.
TDB: ¿Cuál ha sido tu proyecto más ambicioso?

Sabotaje: Bueno pienso que el último reto fue participar en el arte para todos en Sevilla.

Saque una foto a una indígena en Chiapas y la pinte de unos 13 metros de altura a mano alzada sin utilizar medios tradicionales del muralismo, esa es mi ambición seguir pintando como en la calle directamente a la pared, con sus errores y aciertos.

TDB: ¿Cuál es tu aspiración como ciudadano y artista urbano?

Sabotaje: Mis aspiraciones es solo seguir pintando y poder vivir para pagar las menos facturas posibles, seguir aprendiendo como ser humano, Y una vez al mes poder seguir pintando en la calle hasta ahora.





                                          Vista aérea del mural de la Ramblas de Pescadores de Guimar, Tenerife.   

TDB: ¿Qué sientes que percibe la gente con tus intervenciones?

Sabotaje: Bueno habrá de todo pero mis graffitis siempre son positivos, a veces irónicos y críticos, creo que siempre han sido positivos.

TDB: ¿Con cuáles artistas urbanos deseas compartir un espacio?


Sabotaje: Pienso que con cariño con todo el mundo.

Mural techo - interior, Tenerife.


TDB: ¿Estableciendo que la calle es un espacio democrático, te consideras invasivo o haces uso de un derecho a parecer?

Sabotaje: Tengo derecho sin faltar el respeto ya que vivo en este planeta con leyes poco artísticas y creativas.

TDB: Muchos artistas españoles como Pez, Susso, El niño de la pintura han hecho las Américas, ¿Sabotaje para cuándo?

Sabotaje: Me encantaría volver a cruzar el charco para pintar, la verdad no ha salido oportunidades pero espero darme un salto pronto a ver a mi amigo el pez que está en Colombia residiendo allí y nunca se sabe.
Intervención en poblado de Fanzara, España.

TDB: ¿Las islas Canarias no se te queda pequeña?

Sabotaje: Si en ciertos casos pero llevo 20 años pintando en las islas y bien, pero suelo salir a pintar fuera de ella también y ayudar a seguir aprendiendo.
TDB: ¿Cómo concebirías a Sabotaje dentro de una propuesta galerística o sólo eres calle?
Sabotaje: Por ahora solo pinto en la calle no he hecho ninguna exposición con mi obra. Algunas fotografías se han expuesto pero las veces que he participado en galería, Pinto para que el público las termine rayando o borrándolas, como en la calle, fomentando el arte efímero que es de donde he crecido aunque las cosas puedan cambiar y algún día me plantee formatos para galerías, por ahora la calle.

Mural, Hamburgo, Alemania.

TDB: ¿Alguna filosofía de vida?

Sabotaje: Llevo el manifiesto en mis camisas, tengo muchas y todas únicamente pone sabotajealmontaje y todas las mañanas protesto poniéndomela así llevaré unos 6.000 y pico días desde el 2002 con la camisa puesta y hasta mi muerte la llevaré puesta, aunque esto no implica no ser feliz si no que todos los días de mi vida ME LEVANTO PROTESTANDO que este mundo es solo un montaje.

TDB: ¿Que está por venir?

Sabotaje: Pues, ni idea, ahora estoy metido con mi compañera en un espacio llamado aperitivos visuales Tenerife es otra de mi pasión, promover cultura bajo cero, por una cultura feliz en canarias.


Pero la verdad vivo el presente continuo el futuro marcado por los pasos, por el camino tomado espero seguir pintando otros 20 años más!!!!

Mural, La Gomera.

TDB: ¿Y qué nos deja Sabotaje?
Sabotaje: Cariño en las calles.
Mural, El Hierro.
Para conocer más de las obras de ingresa a @sabotajealmontaje o  www.sabotajealmontaje.com

Mural, Canarias.


martes, 28 de julio de 2020

Entrevista a Blek le Rat






Esta entrevista es una reproducción de la entrevista que nos hicieron llegar desde Argentina y que fue realizada y publicada en 2011 por el portal graffitimundo.com. como cortesía de escritos en la calle, el cual es un extraordinario proyecto digital que recopila meticulosamente las piezas de graffiti escrito encontradas en la ciudad de Buenos aíres. 

En esta entrevista que tuvimos el privilegio de recibir y el agrado de leer, se extrajo anécdotas y puntos de vista de Blek le Rat artista pionero en la técnica del stencil, los cuales consideramos aun vigente .


¿Cómo fueron tus comienzos?

Estudié Bellas Artes y Arquitectura en París. En el marco de mi graduación, en los años 80, trabajaba con adolescentes en solares abandonados alrededor de espacios llamados “libres”. Un día, los niños pintaron un graffiti en nuestra cabaña. Una buena idea. Un verdadero disparador. Con mi amigo Gerard, nos dijimos: “vamos a hacer lo mismo” en las paredes de París… Compramos pintura para carrocería de autos y nos fuimos al barrio 14. Hice una especie de graffiti inspirado en los modelos americanos. No era muy terrible, si no recuerdo mal.

¿Habías visto algo así antes?

Sí, claro. En 1971, durante un viaje a Nueva York, me quedé muy impresionado por los dibujos en el metro. En los 80, todavía eso seguía dando vueltas en mi memoria, algo estaba en gestación. Y si voy más atrás en el tiempo, de joven, durante un viaje a Italia, había visto en las paredes vestigios de esténciles fascistas. A pesar del tema, me encontré con estas plantillas hermosas. Y además, claro, la influencia de las pintadas políticas en la Argelia francesa o en mayo del 68.

El graffiti está en todas partes: en Roma, Pompeya o el Partenón. Es una forma de arte que siempre ha existido, un fenómeno social que permite pasar de la expresión individual a lo colectivo. Uno puede decir todo, su amor o su odio.


¿Tu carrera comienza con la llegada de la izquierda francesa al poder…?

Sí, pero no puedo decir que me sentí muy apoyado… Yo hice una gira por Francia en una 4L y eso me dio notoriedad en la prensa. Incluso, en 1983, publicaron un artículo en Télérama. Durante los 80 y los 90, el graffiti explotó. Había por todas partes. Una verdadera aplanadora. No quedaba un milímetro de pared libre, había tags por todos lados.

¿Cuáles son las influencias de tu trabajo?

A nivel conceptual, somos una prolongación del Pop Art. El trabajo del inglés David Hockney me marcó bastante. En 1972 o 1973, vi una exposición suya y quedé fascinado por sus dibujos con crayones de colores. En A Bigger Splash, una película que vi 5 o 6 veces, se lo ve pintar un personaje de tamaño natural en las paredes de un departamento en Londres. Eso me pareció magnífico.

Y también Richard Ambleton. En 1983, estuvo en París donde pintó unos personajes de 2 metros de altura: unas sombras hermosas. En ese momento, yo hacía las ratas pequeñas y decidí probar con un tamaño mayor.

¿Y qué nos puedes decir de tu técnica?

Desde el principio, trabajé con esténciles. Si se excluyen los graffiti políticos, soy el primero que los usó para una obra de arte. No hay azar. La imagen es limpia y hermosa. La preparás en tu estudio y podés reproducirla indefinidamente. No soy lo suficientemente bueno como para trabajar a mano alzada. La plantilla es una técnica muy apropiada para la calle porque es rápida. No tenés la angustia de que te agarre la policía.


¿La idea del riesgo condicionó tu forma de trabajar?

No, en absoluto. A principios de los años 80, la policía no decía nada. Me preguntaban si era algo político. Yo respondía: “es arte” y eso era todo. Los problemas comenzaron con los tags. En un primer momento, la policía pensaba que eran sectarios… La represión vino después, cuando se dieron cuenta de que eran sólo personas que escribían sus nombres. Ahí también empezaron los problemas con la policía para mí. Me atacaron en Nueva York y terminé en la corte criminal de París…

Nunca fue placentero trabajar en la calle. Soy paranoico e intranquilo. Hoy en día, incluso cuando pido permiso, siempre estoy un poco asustado.

¿Regresas a ver cómo quedó lo que hiciste?

Sistemáticamente. Saco fotos, hablo con la gente, observo sus reacciones sin decir que soy el autor. Es lo más agradable del graffiti: un momento de verdadera felicidad.


¿Qué te gusta provocar en el espectador?

Placer, antes que todo. No me interesa agredir a la gente. Mis imágenes son frescas y visibles para todos. Quiero que me amen, no que me odien.

¿Cómo está considerado el graffiti hoy día?

En Francia, un graffitero sigue siendo un vándalo. Siempre hubo algunas galerías, pero marginales. En Inglaterra, en Estados Unidos o en Australia, el apoyo de los medios de comunicación, la política y el mercado del arte son mucho más fuertes. Por mi parte, soy mucho más conocido en el extranjero que en mi país.


¿Qué te interesa hoy del graffiti?

Después de períodos de plantillas, tags y graffiti, estamos en una fase de intervenciones en espacios urbanos. Me gusta, por ejemplo, Space Invaders, Jerome Mesnager, Costa o Zeus con sus intervenciones de carteles. En Francia, por desgracia, es bastante pobre. Nos falta imaginación y creatividad. Somos lentos y nos lleva asimilar algo nuevo. Tenés que ir a Londres, a Australia o a China, para ver cosas realmente diferentes e innovadoras. Pienso en un estadounidense que hace moldes con cinta scotch que pone en la ciudad. También hay un inglés que hace personajes pequeños y los mete en situaciones dentro del espacio público.

¿Estás consciente de haber tenido una influencia sobre el graffiti?

Sí. Desde el comienzo, vi a muchos que estaban interesados en mis plantillas. Eso se tranquilizó hasta que Banksy volvió a poner de moda esa forma artística.

Recibo muchos emails, casi 40 o 50 por semana, donde me preguntan acerca de mi técnica o me piden un consejo sobre creatividad. Eso me da placer e intento ser amable. A los sesenta, soy como un abuelo. De hecho, me llaman el Padrino del stencil…


¿Hay un discurso político en tu obra?

En el caso de Víctor Hugo, por supuesto. Pero no tengo el discurso político de la izquierda o la derecha. Hice un David que lleva un rifle Kalashnikov, lo cual me metió en problemas. Sólo estaba diciendo “no quiero la guerra entre Israel y Palestina”, si no el derecho de los palestinos a un Estado y de ir y venir libremente y, por otro lado, el derecho de Israel de estar en paz.

¿Creés que le Rat ha evolucionado?

No, es siempre el mismo. Sólo que envejece mucho… Tengo sesenta años. Mi historia está hecha. Espero parar un día porque estoy un poco cansado. Marcel Duchamp abandonó su carrera para jugar al ajedrez hasta el final de su vida. Es sólo una cuestión de dinero. Los artistas no tenemos jubilación…


¿Cómo es tu forma de trabajo ahora?

Pido permiso y autorización antes de invertir en una pared. Trabajo con galerías de Los Ángeles y San Francisco, que reciben pedidos de personas, instituciones o marcas. Ahora creo imágenes en función de los lugares disponibles. Y sigo trabajando “ilegalmente”, pero ya no más en París. No me gusta esta ciudad.

¿Un consejo para alguien que recién empieza?

Tengo un hijo de 18 años, a quien le dije: “nunca seas artista, es muy duro”. La vida de un artista no está hecha de amor, de creatividad y de agua fresca. Hay que conocer ciertas recetas. Uno tiene que saber cómo funciona el mercado del arte. También hay que hablarle al público, halagarlo, darle cosas comprensibles. El mercado del arte es una cocina muy similar a la bolsa de valores. Yo aprendí trabajando. El arte es un negocio verdadero y complejo, con reglas y leyes, formas de exposición y de poner en valor el trabajo de uno para obtener un valor de mercado. Pero no era consciente de eso cuando empecé.

En tus comienzos, ¿pensabas en vivir de tu arte?

La verdad, no. Yo era muy consciente de que esta es una nueva forma de arte, una expresión diferente. No sabíamos cómo se iba a desarrollar, pero sí nos dimos cuenta de que traíamos una novedad. Nunca pensé que iba a vivir de esto y que sería reconocido en Estados Unidos, o en Inglaterra gracias a Banksy… Yo veía la ruptura: pintar en tu propio estudio y exhibir en una galería ya no era el futuro. Fue una transición. El arte devino público, ya no está reservado a una elite. Hay una verdadera democratización. De hecho, no hay ninguna contradicción entre un trabajo expuesto en una galería y otro gratuito hecho en la calle.

¿Cómo manejás el hecho de que el arte callejero es efímero?

Es efímero y, sin embargo, la huella que se deja es importante. No queda nada de los años 80. Por ejemplo, los graffiti de Keith Haring han desaparecido y ya no son palpables. Al principio, yo no hacía cuadros y ni siquiera sacaba fotos de mis plantillas. Nunca me imaginé que lo que hago, iba a ser considerado una obra. Es triste porque parte de mi vida se perdió y es bueno dejar un recuerdo de nuestro paso. Sí, conservé algunas plantillas. El único medio de trabajar es sobre soportes, tela, pedazos de maderas. Empecé a tomar fotos cuando sentí la consistencia de lo que hacía. Durante 20 años, he dejado cuadros y obras en casas de coleccionistas, y allí se mantendrán.


¿Cuándo empezaste a sentir que creabas una obra?

Es horrible decirlo, pero recién me di cuenta cuando la gente me ofreció dinero. Mi trabajo ha tenido un valor diferente. Cuando se vendió en Christie’s o en Sotheby’s por 40.000 dólares, algo pasó, la dimensión cambió. Especialmente, para las personas que no consideraban el graffiti como una forma de arte en sí mismo.

Es triste, pero todo tiene un precio. Al principio, yo tenía un discurso: quería estar fuera del sistema, engañar al mercado del arte. De hecho, es imposible. Nunca salís del sistema, no podés escaparle si querés vivir. A los sesenta, ya no quiero engañar a nadie. Yo no hago la revolución. Entendí que no voy a cambiar el mundo. Sin embargo, sigo trabajando de forma gratuita en la calle. Doy acceso a imágenes que la gente no suele ver en los museos. Es el arte de la esquina de la calle. Es el regalo que le hago al mundo.

lunes, 27 de julio de 2020

El arte urbano: detrás de una denominación de origen





La revolución industrial se hace posible el espíritu de la ilustración en el ser humano, pero también el sentimiento de decadencia se hace presente, a partir de allí comenzaron las distintas rupturas entendidas como vanguardias que nos condujeron a la modernidad, luego vino la contemporaneidad y desde allí, se enhebró el activismo que consistía en la aplicación de las rupturas conseguidas en la modernidad, ahora mismo, nos debatimos entre la posmodernidad que busca la revisión de el proyecto y el trayecto de lo moderno y la sobremodernidad que es la modernidad que no tiene fin. 

Probablemente, el arte del graffiti forme parte de ambas, porque, a pesar de ser una propuesta reconocida a finales del siglo pasado por la historia del arte, desde sus inicios ha sido cuestionado y perseguido y aparentemente, lo seguirá siendo durante mucho tiempo, esto debido a que no todos entienden un tipo de arte que es plasmado en las paredes y muros de edificios y mientras para los activistas constituyen una dinámica que se adentra del micro-política del espacio público, para artistas y espectadores es la mejor manera de afear la ciudad, con algo hermoso digno de contemplar. Actualmente los murales, etiquetas, esténciles y carteles contemporáneos le dan paso a nuevas técnicas de diseño gráfico y otras técnicas muy propia de los movimientos artísticos modernistas del siglo pasado

El arte urbano al igual que el espacio público: es pasajero, diverso y está en constante evolución. En si mismo, forma parte del espacio del suceso que mediante variadas técnicas recrea al arte visual en aquellos lugares públicos, Por lo tanto, es un arte alejado pero no ajeno al contexto de los espacios museológicos donde habitan las artes tradicionales. Desde sus inicios el arte urbano, haciendo usos de distintas expresiones plásticas busca establecer nuevas relaciones para sorprender al espectador a través de mensajes que inviten a la reflexión, ya sea mediante el carácter lúdico y la ironía, la crítica política o social o la invitación subversiva.


El carácter rebelde contenido en el arte urbano ha sido influenciado en buena parte por las políticas revolucionarias europeas, las cuales a menudo utilizaban el esténcil para comunicar su propaganda. El artista francés Blek Le Rat, pionero da la técnica, en innumerables ocasiones ha manifestado que su trabajo a nivel conceptual es una prolongación del Pop art influenciado por el trabajo del artista Pop inglés David Hockney, así como también se vio afectado por las plantillas que se utilizaban los rebeldes en la Argelia francesa y el dictador Benito Mussolini para difundir su ideología fascista en Italia. Irónicamente, el esténcil también sería una gran herramienta para los movimientos anarquistas, antifascistas como el grupo de resistencia Rosa Blanca en la Alemania nazi, en el movimiento estudiantil de Mayo francés de 1968, asimismo, en los distintos movimientos de izquierdas en las universidades de latinoamericanas y los movimiento antisistema como el punk de los 70. 

Pero el graffiti como arte tal como lo conocemos hoy como un arte social mas que político, le hemos visto en el Berlin de mediado de los 60 y en el Metro de París y una década después en Nueva York y la ciudad de Filadelfia. 


Es bastante común que los artistas callejeros utilicen sus obras como herramienta a favor de la denuncia y reivindicación con la que cuestionan gráficamente la forma de vida y la política que impera en el mundo hoy en día. El racismo, la xenofobia, las injusticias, la igualdad de género, los muros físicos que separan las fronteras como el de Berlín, México o Palestina como los muros sociales, solidarizándose con la sociedad más débiles y desamparadas  como es la realidad de los refugiados, proclamando igualdades, le que le ha dado paso al artivismo que no es otra cosa que la de hacer política desde la realidad estéticas que ilustran el subconsciente urbano del siglo XXI .


Arte urbano, se ha nutrido de las etiquetas, esténciles, carteles y murales que se fueron consolidando específicamente en esa década de los 70, así lo encontramos registrado en muchos textos que tratan a esta expresión artística. Sin dejar de ser menos beligerante, actualmente el arte urbano contemporáneo ha buscado su pertinencia en el contexto donde se desarrolla, que es establece más en la convivencia que la apropiación, porque no es una cuestión de mentalidad, donde catalogamos a los detractores de graffiti de tener una mente abierta y progresista, el arte urbano debe cohabitar sin inquisiciones de ningunas de la partes, es el espíritu de los tiempo. Por lo que podríamos indicar que esta expresión paso a paso ha encontrado el tono, por lo que lo catalogaron como una de las revoluciones artísticas más grandes de finales del siglo XX. 

Durante las décadas que va de los 70 a los 90 esta corriente artística ha madurado a pesar que aun la catalogan no sin razón de vandalismo, a esas apropiaciones de espacios públicos por parte de las intervenciones chapuceras de algunos grafiteros. Desde luego, estos hechos le han otorgado un mal nombre a una expresión artística que ha seguido la evolución lógica de un arte que por décadas, se nutrió de su propia identidad y de los espacios públicos hasta que se le otorgó, a mediados de los años 90 del siglo pasado y este nuevo siglo, el término street art (arte urbano o arte callejero).


La historia del arte urbano es tan reciente que todavía es posible manosearlo, por lo tanto, aún, no es posible definir completamente el arte callejero, esto se debe a que su naturaleza dinámica lo vuelve imposible de delimitar. Es bastante común que, la gente joven inspirados en su entorno urbano y al carácter irreverente que es una forma democrática del arte público popular, le den rienda suelta a su expresividad que por ser popular le dado mucho juego al arte, un arte que no se limita a museos y galerías por ser un arte más testimonial que patrimonial, que en muchos casos no es fácilmente recolectado o coleccionado. Aun las galerías que comercian con el arte urbano, tratan de dotar de reconocimiento y de un carácter más permanente, para poder apresar a esta efímera y amórfica expresión artística, lo mismo sucede con la denominación de origen homologada por la historia del arte, aunque muchos coincidimos que cuando esta expresión tenga una historia oficial, perderá la locura que lo convierte en magia


viernes, 24 de julio de 2020

La insubordinación del graffiti en Nueva York





En su corta vida el arte urbano ha encontrado muchos aliados, que le ha ayudado a superar muchas adversidades. Mas que establecer a este arte como un acto de rebeldía, podríamos catalogarlo como una insubordinación artística. 

Recordemos que en la historia de esta expresión se ha tropezado con edictos como el emitido por la municipalidad de la ciudad de Nueva York en enero del 2008, cuando entró en vigencia una ley contra las pintadas callejeras, donde se penaliza a esos menores de 21 años que posean un bote de pintura en aerosol, lo que limitaba la venta de estos a la previa muestra del DNI. Lo que derivó a una andanada de protestas, en la que se encontraba la del diseñador de moda Marc Ecko, empresario que empezó a vendiendo camisetas a mediados de la década de 1980, antes de fundar su propia marca de ropa casual urbana, Eckō, en 1993. Cabe resaltar, que 2004 Marc Ecko Enterprises reportó ganancias que aproximadamente abordaron los mil millones de dólares por ventas internacionales. Ecko sería la voz principal de estos reclamos, alegando que el graffiti es “una fuente de inspiración y denuncia” y que “hay miles de chicos cuyas voces han sido acalladas de manera ilegal”.

Marc Ecko

“Un chico de 18 años puede comprar cigarrillos, votar,  alistarse en el ejército, pero no puede comprar un spray de pintura en Manhattan. Es estúpido”, señaló Ecko. Su denuncia provocó que un juez federal dejara sin efecto parte de la ley, la que impide comprar botes de pintura a los menores de 21 años

El promotor de la ley fue Peter Vallone, concejal por el barrio de Queens, acusó a su vez a Marc Ecko de que su interés pasaba por “promocionar su videojuego Getting up”, que está basado en el graffiti. “No se trata del proyecto de estudiantes de arte, sino de beneficios empresariales”, señaló en un comunicado, y culpó también al juego de enseñar a los niños “cómo cometer un crimen, mostrando las mejores formas de pintar y evitar a la policía”.


El graffiti fue acusado de ser usado por bandas callejeras hace algunas décadas (sobre todo en los años 70 y 80) para “marcar su territorio”. La ley pretendió evitar un regreso a esos tiempos, cuando las pintadas cubrían impunemente vagones de metro y edificios.

Metro de Nueva York en los 70.

Ecko sostuvo que “ningún funcionario público debería determinar qué es arte y qué basura”. Y se lamentó también de que “por todo el país los políticos aprueban leyes contra una de las formas de arte más reconocidas”. El diseñador ya tuvo un éxito judicial en agosto del año 2008, cuando la alcaldía intentó (y no pudo) suspender una “fiesta graffiti” que él mismo organizaba.

Ecko es el responsable de haber difundido en Internet un video en el que se veía cómo, supuestamente, había pintado el “Air Force One”, el avión presidencial de los Estados Unidos. Luego, se descubrió que fue una broma hecha con un Boeing 747 alquilado para tal fin.


Dentro de los aliados encontramos al Museo de Arte de Brooklyn que ha albergado distintas exposiciones sobre el graffiti, definiéndolo como parte de la historia cultural de la ciudad y una forma legítima y subversiva de comunicación pública.

En su manifestación moderna o contemporánea, el graffiti también ha tenido un espacio cada vez más prominente en galerías y museos del mundo en este siglo XXI. Por lo tanto, a parte del Museo de Brooklyn, encontramos muchos ejemplos como el Musée des Graffitis en París o el Urban Nation Museum en Berlín, también la Bienal de Venecia del 2001, contó con la participación de los artistas urbano norteamericanos Barry Mcgee, Stephen Powers y Todd James, también en la misma Bienal pero en 2009 tuvo la participación de Swoon y la Bienal del 2013 contaría con la presencia del arte urbano realizado en Venezuela. Pero también podemos encontrar otras instituciones y museos estadounidenses que han acogido el arte urbano como forma de representación artística, entre ellos el Museo de Arte Moderno (Moma), que adquirió para su colección una obra de la artista Swoon. Asimismo, en Nueva York, la galería Deitch Projects, en el barrio del Soho, representa a "artistas de la calle" como Swoon, Barry McGee, Jean-Michel Basquiat, Keith Haring y los brasileños Os Gemeos.


Barry McGee hizo de tag su expresión artística, a pesar de ser este muy molesto visualmente para la mayoría de la ciudadanía.

Los pioneros en llevar el graffiti de la calle a las galerías fueron los fundadores de espacios como Fashion Moda, en el Bronx, y Fun Gallery, en el barrio East Village, a finales de los años 70. Con una clara visión pero no sin algo de riesgo, estos galeristas exhibieron a artistas de la calle como Keith Haring que comenzaron a trabajar en lienzos y papeles de gran tamaño, acaso, como una forma de evadir el peso de la ley y dar longevidad a sus creaciones.


Patti Astor en el Fun Gallery.

Patti Astor abrió Fun Gallery, la primera galería de arte en East Village de Nueva York. De 1981 a 1985, esta galería fue el epicentro de la explosión cultural de principios de los 80 en el arte, donde la música y la danza se hizo presente. Los happening con FAB 5 Freddy a la cabeza eran muy común. Allí el punk rock del centro de la ciudad se encontró con el hip-hop de la zona alta. Los rockeros ingleses Clash y los Sex Pistols festejaron con Futura 2000 y la Rock Steady Crew. Artistas como Keith Haring y Kenny Scharf intercambiaron etiquetas museográfica con Dondi y Jean Michel Basquiat, mientras el legendario DJ Afrika Bambaataa amenizaba el espacio. Reconocidos coleccionistas, historiadores del arte y directores de museos se unieron a la fiesta.

Uno de los primeros coleccionistas de graffiti fue el marchante de arte Sidney Janis, entre cuya lista de artistas representados se encontraban Alberto Giacometti, Piet Mondrian y Jackson Pollock.

A principios de los 80, en su galería ubicada en la calle 57 de Manhattan, Janis y su hijo Carroll organizaron un par de exposiciones exitosas que catapultó al graffiti a ferias de arte y algunos museos de Europa. Tras la muerte de Janis, en 1999, sus hijos Carroll y Conrad donaron parte de su colección de graffiti al Museo de Brooklyn, que ahora la presenta esta muestra para resaltar algunas tendencias del género, como su inspiración en los cómics y  nuestra cultura urbana.

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Fuente: urbanizarte2017.blogspot.com /arte urbano o vandalismo

martes, 21 de julio de 2020

Arte y ciudad: Entre grafiteros vandálicos y artistas de la calle.



El mural de jef aerosol en la Place Igor Stravinsky, París.


La calle por sus características es el centro de la vida social, no trata del yo, trata de todos, se desentiende del arte y de aquello que no lo es, desde luego, esto no la hace ni complaciente ni tolerante. El arte urbano al igual que la ciudad encontramos gente para todo, actualmente, nos tropezamos por igual a ciudadanos ejemplares como artistas geniales con diseños que reconocemos al instante, asimismo, Algunos explotan con éxito las posibilidades plásticas del grafiti, pero no todo el que pinta garabatos en la fachada de un edificio es un artista. Son ciudadanos que no saben qué hacer literalmente con un aerosol por lo que se dedican a plasmar firma y tag por todos lados, es como volver a ese Wildstyle de mediado de los años 70. Porque para ellos, el arte callejero es como un juego de cadáver exquisito donde las firmas se montan una sobre otras, una excusa para imponerse y tiranizar la democracia de los espacio urbanos, que por más que estiren el chicle del arte urbano, se torna ruidosos e invasivos, lo que le hace un flaco favor a la urbanidad del arte callejero. Lo cierto es, que la mayoría de los distintos gobiernos municipales busca poner coto a la proliferación del graffiti al cual considera ilegal.


Desde luego, puede pasar que de ese caos generado terminé siendo una afortunada obra de color y expresión cercano al arte. También es común, que el arte callejero sean reconocidos, mercadeados por galerías que son los de menos. También entendamos, que "rayar paredes" no esté asociado al arte callejero y más bien a la política, que sea la búsqueda de solidaridad, reconocimientos o sea la denuncia en contra de una sociedad rancia e intolerante, por lo tanto, no personificar firmas, se encausan y se incorporan al activismo, desde donde se garabatea consignas a favor de un bien común. 

Escribir y dibujar en los muros del espacio público son prácticas muy antiguas, pero es muy probable que los graffitis que hoy adornan las grandes ciudades del mundo, sus trenes y sus metros, estén estéticamente emparentados con los que florecieron en el Bronx de Nueva York en los años 70 del siglo pasado como una vertiente expresiva de la subcultura urbana del punk y el hip hop respectivamente.


Como gesto de irreverencia, el acto de tomar un aerosol y cubrir paredes enteras con textos e ilustraciones es muy democrático, pero en qué punto pasa de ser un acto democrático a tiranizar un espacio que nos pertenecen a todos; el graffiti nunca fue una expresión que se contenga con  cuarentena o una aventura exclusiva de adolescentes. Por otro lado, aunque Jean-Michel Basquiat y algunos de sus contemporáneos explotaron con éxito las posibilidades plásticas de este medio, está claro, que no todo aquél que pinta garabatos en la fachada de un edificio es un artista.


En eso hacen énfasis las autoridades de las urbes cuando tipifican los graffitis como daños a la propiedad pública o privada, y decretan leyes para tratar a sus autores como delincuentes aplicando medidas punitivas para evitar que la arquitectura de la ciudad se convierta en un  dibujo libre fuera de todo control.  Ciertamente, las ciudades que invierten mucho esfuerzo y dinero al año para borrar los grafitis del paisaje urbano. Para muchos cultores del graffiti, la sola idea de escribir o pintar sobre una pared con las autoridades mirando sobre sus hombros, aprobando o no sus motivos es un contrasentido a las libertades que otorga el sistema. No obstante, algunas alcaldías y municipios han recurrido a la estrategia de "encargar obras a grafiteros para que la aproximación al problema del "graffiti como acto vandálico" no sea meramente punitiva.

Ciudades como Colonia en Alemania, al igual que muchos pueblos europeos como Fanzara, han puesto muchas más superficies a disposición de quienes quieren hacer arte callejero; muchas de esas superficies son ofrecidas por los dueños de las fachadas de casas, negocios o empresas.


El arte y la política de orden público a menudo no suelen congeniar, lo que conlleva que cuando se descubren graffitis no deseados, la opción van desde multar a los perpetradores, borrarlos lo antes posible u obligar a los grafitero a cumplir trabajo comunitario. Si no se hace, los ‘grafiteros’ se sentirán dueños de la situación, algo que no están dispuesto a permitir. A estas alturas hacen uso de pintura a prueba de grafitis, susceptible de ser lavada fácilmente hasta cincuenta veces.

Madonna con niño de Blek le Rat


Pese a todas las críticas, existe la convivencia necesaria por lo que seguiremos viendo una intención artística y hasta política en lo que se refiere al graffiti y por parte de la sociedad encontraremos reconocimientos y exigencias. Por ejemplo, "la Madonna con niño" del padre del stencil Blek le Rat en Leipzig,Alemania, fue restaurada y reconocida como patrimonio cultural. También están el caso de las burkas azules de Shamisa Hassani, mediante las cuales protesta contra la represión de las mujeres en Afganistán; las pintadas con forma de buitre en Nairobi, Kenia, en las fachadas de las casas de políticos presuntamente corruptos; y, desde luego, la obra del británico Banksy, de cuya identidad a estas altura sigue siendo un enigma. han terminado cotizándose a un altos precios en el mercado del arte

Banksy, NY.

Ciertamente, la mayoría de la gente piensa que el graffiti es un acto vandálico propio de jóvenes que desean llamar la atención "estropeando la estética de propiedades privadas que le son ajenas" pero aunque en muchos casos sea así, en otros casos, simplemente, es la búsqueda a través del ensayo y error de expresar sensaciones y sentimientos insumisos mediante el dibujo por lo que podría ser considerado como "arte". Aunque los comienzos de los tag y firmas obedecían más a un acto egótico que a una expresión artística, como es el caso de TAKI 183 quien fue fue entrevistado por el New York Times en 1971. Donde revela su nombre; Demetrius, inmigrante griego que trabajaba como mensajero en Nueva York. Pintaba su firma en todos los sitios donde entregaba documentos y paquetes. Este se hizo famoso cuando un considerable número de jóvenes comenzaron a imitarlo grabando sus firmas en las paredes y en otros lugares como por ejemplo: trenes, edificios abandonados y construcciones, para dejarlas a vista pública. Así también lo reconocería la historia del arte callejero y nacería lo que conocemos como el "AllCity". También fue sobre esta fecha cuando algunos de estos jóvenes mejoraron estas firmas haciendo dibujos y firmas que se pueden considerar auténticas obras de arte, algo que poco a poco enhebró el muralismo que contemplamos hoy en día en muchas fachadas de las distintas ciudades. Y es a partir de ese entonces, donde dividimos a arte urbano entre grafiteros vandálicos y artistas de la calle, que gracias a los primeros aún son mal vistos por la sociedad los segundos. Afortunadamente, cada día más el arte urbano a calado en las mentes y corazones de la sociedad.