lunes, 14 de enero de 2019

Yarn bombing: tejidos que visten el mobiliario urbano.









La vida no es más que un tejido de hábitos.
Henri-Frédéric Amiel










Lo primero que hay que decir de este particular estilo llamado yarn bombing o bombas de hilo, es que este, arte está inscrito dentro del arte urbano, desde luego, si se utiliza tejidos para intervenir espacios públicos, lo que aun no sabemos, es si este es un arte que cubre o que viste.







En este último siglo se ha hecho común ver instalaciones realizadas por recubrimientos de hilo. Este tipo de intervención que puede ser muy laboriosa, a diferencia del graffiti, por su características, es más temporal y puede retirarse fácilmente, aun así, este singular manera de hacer arte urbano es igual de ilegal que el graffiti. A diferencia del graffiti, el Yarn bombing no expresa criterios sociopolíticos por ser intervenciones que tienen un carácter decorativo, es decir, este es un arte que reclama, engalana y personalizar lugares públicos estériles, no obstante, el accionar en masa de este arte puede contener un carácter más contestatario, pero basado en este principio decorativo que lo aleja del vandalismo, fue conquistando adeptos en la ciudadanía que incluso se han incorporado en esto del punto y el ganchillo, para luego, hacerlo en proyectos públicos en todas parte del planeta.








Este arte del yarn bombing, puede antojarse como una vanidad urbana o un decorado caprichoso del inmobiliario urbano. Pero no cabe ninguna duda, de que se trata de un arte que necesita tiempo, paciencia y mucha dedicación, porque consiste en seleccionar un objeto a intervenir, medirlo, tejer, medir de nuevo, destejer y finalmente instalar. Desde luego, los viandantes se sorprenden, lo disfrutan y reportan en las redes los hermosísimos cubrimientos de estos tejidos sin tener idea del proceso, aunque se lo imaginan. El yarn bombing comenzó siendo conocido como guerrilla de ganchillo, a considerarlo arte guerrilla, también se le llamaría graffiti crochet, yarn storming, entre otros nombres, lo cierto es, que los artistas que en su mayoría son mujeres, tejen para intervenciones urbanas como divertidas abuelitas que, literalmente, visten la ciudad, otorgándole color pero lo que es mejor, le dan sentido del humor a las calles.








El yarn bombing se ha convertido en un arte muy ligado al movimiento feminista actual por ser un reclamo de un acto tradicionalmente femenino (tejido crochet), que participar en la escena de un arte urbano tradicionalmente masculino. Sin embargo, este no es un arte sexista, porque no es excluyente y encontramos a muchos hombre que lo practican. También se ha expandido, todo gracias, al uso de las redes sociales y las comunidades virtuales, de hecho, el yarn bombing como fenómeno, tiene un espacio para su arte, un espacio propio de participación, que va desde los campus universitarios hasta parques públicos. Esta creación y preservación del espacio es lo que motiva a los participantes, algunos de los cuales nunca antes han podido acceder a un espacio de arte político como actualmente lo hace la plataforma Salvem el Cabanyal, quienes en su denuncia por la gentrificación y la especulación inmobiliaria que sufre el barrio valenciano del Cabanyal han hecho uso del bordado y también del tejido con ganchillo para convocar a la vez de protestar.








En su artículo sobre el yarn bombing, Joanna Mann explica el equilibrio entre el arte y la política: "El bombardeo de hilos, sostengo, hace más que feminizar la ciudad, ya que el capricho con el que está imbuido tiene la capacidad de aumentar nuestra atención a los mundos habituales. En una serie de gestos micropolíticos ".








Se estima que esta práctica se originó en los EE. UU. Con tejedores de Texas que intentaron encontrar una forma creativa de usar sus proyectos de tejido sobrantes y sin terminar, desde entonces se han extendido por todo el mundo. De hecho, el artista de Houston, Bill Davenport, estaba creando y exhibiendo objetos cubiertos de crochet en Houston en la década de 1990. El Houston Press declaró que "Bill Davenport podría llamarse el gran anciano de la escultura de ganchillo de Houston". También se le atribuye a Magda Sayeg, natural de Houston, quien la idea por primera vez en 2005 cuando cubrió la manija de la puerta de su boutique con un acogedor sofá hecho a medida. Lo que indica, que el estado de Texas no solo es famoso por el petróleo, El Álamo, la comida Tex-Mex y los vaqueros.













La primera comunidad creativa de la que se tiene registro es Knit the City en Londres, sus proyectos e instalaciones tuvieron una repercusión tal que realizaron grandes proyectos. Todo inició cuando Lauren O'Farrell comenzó a tejer durante sus tratamientos para el cáncer que padecía. Luego de entrar en remisión ella festejó colocando una bufanda de alrededor de 168 metros a los leones de la Plaza de Trafalgar, aunque no cabe dudas, que la tejedora más notable es Agatha Olek que en su momento vistió el Toro de Wall Street en NYC.








Joann Matvichuk de Lethbridge, Alberta, fundó el Día Internacional de Yarnbombing , que se observó por primera vez el 11 de junio de 2011. Entre las intervenciones más renombradas se encuentra la de Craft Club Yarnbombers (Emma Curley, Helen Thomas, Gabby Atkins, Claire Whitehead y Rebecca Burton) quienes se convirtieron en los titulares del récord Guinness por la mayor exhibición de esculturas de crochet, cuando hirieron la bomba en un hospicio infantil con 13,388 artículos de ganchillo, también trajeron yarnbombing a su comunidad en Essex con sus buzones de correo o El proyecto Granny Squares, que es un proyecto que tiene el nombre que tienen esos cuadritos tejidos que nuestras abuela usaban para colocar objetos encima de una mesa, pues, esta propuesta culminó con el Craft and Folk Arts Museum de Los Ángeles cubierto de cuadritos coloridos de crochet venidos de los 50 estados de EE.UU. y 25 países del mundo.








Es muy común que los yarn bombers tengan una identidad secreta y usen un alias para identificarse como es el caso de la joven tejedora venezolana que se presentaba como Nudo Crochet. Pero este hábito de no usar el verdadero nombre o ser un artista clandestino está muy arraigado por razones obvia en la naturaleza del arte urbano. Pero en el caso de tejido, que es un arte realmente simpático y de pocos enemigos, porque no dañar el mobiliario intervenido, sea estatuas, autos, rascacielos, tanques de guerra, grandes esculturas o los árboles de un parque, suena un tanto exagerado, pero como sanadores de nuestra cotidianidad urbana, no esta mal que use un sobrenombre como lo hacen los superheroes. De hecho, estos tejedores caen tan simpático que podemos decir que solo  son confrontados por las autoridades cuando estas les piden permisos para tomarse unas fotos con la intervención.






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