La vida no es más que
un tejido de hábitos.
Henri-Frédéric Amiel
Lo
primero que hay que decir de este particular estilo llamado yarn bombing o
bombas de hilo, es que este, arte está inscrito dentro del arte urbano, desde luego, si se utiliza
tejidos para intervenir espacios públicos, lo que aun no sabemos, es si este es un arte que cubre o que viste.
En
este último siglo se ha hecho común ver instalaciones realizadas por
recubrimientos de hilo. Este tipo de intervención que puede ser muy laboriosa,
a diferencia del graffiti, por su características, es más temporal y puede
retirarse fácilmente, aun así, este singular manera de hacer arte urbano es igual
de ilegal que el graffiti. A diferencia del graffiti, el Yarn bombing no
expresa criterios sociopolíticos por ser intervenciones que tienen un carácter
decorativo, es decir, este es un arte que reclama, engalana y personalizar lugares públicos
estériles, no obstante, el accionar en masa de este arte puede contener un carácter más contestatario, pero basado en este principio decorativo que lo aleja del vandalismo, fue
conquistando adeptos en la ciudadanía que incluso se han incorporado en esto
del punto y el ganchillo, para luego, hacerlo en proyectos públicos en todas parte
del planeta.
Este
arte del yarn bombing, puede antojarse como una vanidad urbana o un decorado
caprichoso del inmobiliario urbano. Pero no cabe ninguna duda, de que se trata
de un arte que necesita tiempo, paciencia y mucha dedicación, porque consiste
en seleccionar un objeto a intervenir, medirlo, tejer, medir de nuevo, destejer y finalmente instalar. Desde luego, los viandantes se sorprenden, lo disfrutan
y reportan en las redes los hermosísimos cubrimientos de estos tejidos sin
tener idea del proceso, aunque se lo imaginan. El yarn bombing comenzó siendo conocido
como guerrilla de ganchillo, a considerarlo arte guerrilla, también se le
llamaría graffiti crochet, yarn storming, entre otros nombres, lo cierto es,
que los artistas que en su mayoría son mujeres, tejen para intervenciones urbanas como divertidas abuelitas que, literalmente, visten la ciudad, otorgándole color pero lo que es mejor, le dan sentido del humor a
las calles.
El
yarn bombing se ha convertido en un arte muy ligado al movimiento feminista
actual por ser un reclamo de un acto tradicionalmente femenino (tejido crochet),
que participar en la escena de un arte urbano tradicionalmente masculino. Sin
embargo, este no es un arte sexista, porque no es excluyente y encontramos a muchos hombre que lo
practican. También se ha expandido, todo gracias, al uso de las redes sociales y las comunidades virtuales, de hecho, el yarn bombing como fenómeno, tiene un espacio para su arte, un espacio
propio de participación, que va desde los campus universitarios hasta parques públicos.
Esta creación y preservación del espacio es lo que motiva a los
participantes, algunos de los cuales nunca antes han podido acceder a un
espacio de arte político como actualmente lo hace la plataforma Salvem el
Cabanyal, quienes en su denuncia por la gentrificación y la especulación inmobiliaria
que sufre el barrio valenciano del Cabanyal han hecho uso del bordado y también del tejido con ganchillo para convocar a la vez de protestar.
En
su artículo sobre el yarn bombing, Joanna Mann explica el equilibrio entre el
arte y la política: "El bombardeo de
hilos, sostengo, hace más que feminizar la ciudad, ya que el capricho con el
que está imbuido tiene la capacidad de aumentar nuestra atención a los mundos
habituales. En una serie de gestos micropolíticos ".
Se
estima que esta práctica se originó en los EE. UU. Con tejedores de Texas que
intentaron encontrar una forma creativa de usar sus proyectos de tejido
sobrantes y sin terminar, desde entonces se han extendido por todo el mundo. De
hecho, el artista de Houston, Bill Davenport, estaba creando y exhibiendo
objetos cubiertos de crochet en Houston en la década de 1990. El Houston Press
declaró que "Bill Davenport podría llamarse el gran anciano de la
escultura de ganchillo de Houston". También se le atribuye a Magda Sayeg, natural de Houston, quien la idea por primera vez en 2005 cuando cubrió la
manija de la puerta de su boutique con un acogedor sofá hecho a medida. Lo que
indica, que el estado de Texas no solo es famoso por el petróleo, El Álamo, la
comida Tex-Mex y los vaqueros.
La
primera comunidad creativa de la que se tiene registro es Knit the City en
Londres, sus proyectos e instalaciones tuvieron una repercusión tal que
realizaron grandes proyectos. Todo inició cuando Lauren O'Farrell comenzó a
tejer durante sus tratamientos para el cáncer que padecía. Luego de entrar en
remisión ella festejó colocando una bufanda de alrededor de 168 metros a los leones
de la Plaza de Trafalgar, aunque no cabe dudas, que la tejedora más notable es Agatha Olek
que en su momento vistió el Toro de Wall Street en NYC.
Joann
Matvichuk de Lethbridge, Alberta, fundó el Día Internacional de Yarnbombing ,
que se observó por primera vez el 11 de junio de 2011. Entre las intervenciones
más renombradas se encuentra la de Craft Club Yarnbombers (Emma Curley, Helen
Thomas, Gabby Atkins, Claire Whitehead y Rebecca Burton) quienes se
convirtieron en los titulares del récord Guinness por la mayor exhibición de
esculturas de crochet, cuando hirieron la bomba en un hospicio infantil con
13,388 artículos de ganchillo, también trajeron yarnbombing a su comunidad en Essex
con sus buzones de correo o El
proyecto Granny Squares, que es un proyecto que tiene el nombre que tienen esos
cuadritos tejidos que nuestras abuela usaban para colocar objetos encima de una
mesa, pues, esta propuesta culminó con el Craft and Folk Arts Museum de Los
Ángeles cubierto de cuadritos coloridos de crochet venidos de los 50 estados de
EE.UU. y 25 países del mundo.
Es
muy común que los yarn bombers tengan una identidad secreta y usen un alias para identificarse como es el
caso de la joven tejedora venezolana que se presentaba como Nudo Crochet. Pero
este hábito de no usar el verdadero nombre o ser un artista clandestino está muy
arraigado por razones obvia en la naturaleza del arte urbano. Pero en el caso
de tejido, que es un arte realmente simpático y de pocos enemigos, porque no
dañar el mobiliario intervenido, sea estatuas, autos, rascacielos, tanques de
guerra, grandes esculturas o los árboles de un parque, suena un tanto exagerado, pero como sanadores de nuestra cotidianidad urbana, no esta mal que use un sobrenombre como lo hacen los superheroes. De
hecho, estos tejedores caen tan simpático que podemos decir que solo son confrontados por las autoridades cuando estas les piden permisos
para tomarse unas fotos con la intervención.
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