No es descabellado
afirmar que la ciudad es una tierra de nadie, donde cada quien puede y tiene el
derecho de plantar banderas. En las aceras podemos tropezarnos con Yuppies,
Hipsters, Emos, Punk entre muchas tribus urbanas que asumen para sí una
especie de bohemia, que no es otra cosa que persistir en sus hábitos como un
culto a su propia libertad de vivir como parte de una sociedad. Obviando la paleo-política
que la derecha y la izquierda traen consigo y apartándonos de la estructura
aburguesada de las sociedades urbanas cualquiera que esta sea, debemos admitir
que la bohemia es un aprendizaje de libertad, porque el término bohemia
contiene en sí misma los placeres de una vida relajada, creativa, desprovista
de cánones y formulismos, y si se puede, también nos aleja un poco de la
tarjeta de crédito. Debemos entender, que la actual bohemia también
lleva consigo un compromiso social pero en plan creativo, algo que sin dudas,
agrupa y distancia a muchas tribus urbanas, las cuales como actividad social
buscan distinguirse dentro de la urbe como un colectivo excéntrico, pero definitivamente,
uniforme y egótico.
Si el calificativo
bohemio tiene alguna validez, este se fundamenta por la empatía y compromiso de ideales que se ajustan a una realidad posible, sobre todo, porque la
creatividad puede ser rentabilizada a favor de todos lo que habitamos una urbe.
Dicho esto, y respetando a esos artistas que aún arrastran la cobija por la bohemia que se respiró en el siglo XIX y principio del XX,
podríamos afirmar que existe una nueva bohemia y es la que llevan los artivistas
urbanos consigo, por estar más conscientes sobre la ciudad, algo que celebramos porque son una bocanada de aire fresco que
nos ofrecen a los ciudadanos que de alguna manera están comprometidos con el
devenir de la ciudad. Probablemente, la diferencia que tiene la nueva bohemia con respeto a la añeja, es que el conocimiento, la creación
artística, el enriquecimiento intelectual, el interés por otras realidades o manifestaciones
culturales, no tiene la relevancia que tuvo en el pasado, por lo tanto, no se pierde en discusiones estéticas y/o filosóficas, De resto, y salvando las distancias,
la bohemia sigue siendo la misma, incluso, es más altanera, pues, la globalización ha permitido salir de
nuestros propios ombligos para situarnos
en los vertiginosos cambios que vive este mundo, donde las redes sociales también aportan al juego, por lo que podemos decir, que ahora mismo la bohemia es una tienda china de bisutería, es decir, está llena de todo tipo de cosas, a
precios económicos que son temporalmente útiles y que más temprano que
tarde no nos servirá de nada, por lo tanto, podemos desecharla y adquirir otra, porque en el fondo, la bohemia es un componente
mágico de quita y pon, para cualquier militancia creativa, que como se dijo anteriormente, tiene un
extraordinario sentido de libertad y nos regala a todos la posibilidad de
hacernos ver a la ciudad como un espacio de posibilidades.
Debemos reconocer a la ciudad
como la que brinda los espacios para que la bohemia se recree, desde luego, a
estas altura no podemos aspira a recrear esos espacios de principio del siglo XX,
como la legendaria terraza de La Rotonde en un Montparnasse donde discurría un
Max Jacob, Trotsky, o un Diego Rivera, o la Coupole donde se podía tropezar con Dufy, Josephine Baker,
Braque, Breton o Giacometti, o el célebre café Flore donde charlaban amenamente Sastre
con Simone de Beavoir o el café Les Deux Magots en un boulevard Saint Germain
con habituales como Jean Genet y Albert Camus. De hecho, estos espacios
parisinos donde se le daba codazo a la realidad de una época, ahora mismo son una especie de parques temáticos para el turismo que visita la ciudad. No
hay dudas que París tendrá nuevos espacios donde se reúna la vida bohemia urbana, espacios
para la convivencia de filósofos, artistas, artivistas, vividores, músicos,
náufragos urbanos, poetas, curiosos, excéntricos, locos y todo aquel que desee
aparecer. Lo que debemos tener claro, es que estos espacio no se crean, ¡se eligen!, y
genera su propia fauna abstracta que siguiendo el dicho que reza que la toda
libertad tiene el tamaño correcto, por lo que podemos deducir que cada individuos
en el espacio que sea, defiende su permanencia en el mundo de las ideas, por tanto, la bohemia se da en cualquier lugar, en cualquier ciudad, desde un
tugurio en el barrio de Harlem donde puede surgir un Charlie Parker o un bar
llamado La Cueva en Barranquilla que contó como cliente a un premio Nobel llamado Gabriel Garcia
Márquez, pero hasta un escritor como el Gabo necesita de otra bohemia que
nutran la suya, entendiendo la bohemia no le otorga talento a quien no lo
tiene, pero si posee el don de enriquecer el espíritu, para ello cualquier
espacio es perfecto.
La alcaldía de Caracas
ha rescatado varios espacios citadinos haciéndole un llamado a la vida bohemia de
la urbe en nombre de una ideología política sin ningún éxito aparente, esto nos
refiere a esa Manhattan la cual Andy Warhol trató de convertir la bohemia en un
acto publicitario y consumo masivo, lo que nos indica a clara luces, que la
bohemia no obedece ni a la propaganda política ni la publicidad. No obstante,
es de bien nacido es ser agradecido, y se agradece los espacios urbanos
rescatados por las distintas alcaldías de la gran Caracas, porque con bohemia o
sin ella, la ciudadanía no es indiferente ante la recuperación de sus espacios
cívicos. Concluyentemente, no es lo mismo haber compartido bohemia a tiro de
piedra con un Julio Cortázar en París, que compartir un espacio que se desea
rescatar a través de una acción creativa con el apoyo de otros artivistas. Los
bohemios necesariamente no tienen que provenir del mundo de la cultura, la
bohemia ha cambiado con el tiempo, ha mutado, es portátil y se ha hecho más
comprometida, incluso, menos dramática, de hecho, no es necesario ser de
izquierda o de derecha, la mayoría de los artivistas son neo anarquista,
urbanistas, ecologistas y seguidores de causas justas que depende de sí misma y
no de la voluntad estratégica de un partido. Por lo que podemos concluir, que la bohemia es una actitud y un bohemio hoy en día es un ser que desde su propia libertad se sumergen
en la cultura globalizada del este planeta y desde allí tratan que esta tierra
de nadie tenga sentidos para todos.
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