No
hay dudas que la ciudad es el principal nutriente de la creación artística de
cualquier artista urbano, más aún, cuando este artista como es el caso de Millo
fue un estudiante de arquitectura aficionado a la pintura y el dibujo, por lo que se podría decir que es un artista que le devuelve el favor a su pasantía por el mundo de la arquitectura dibujando
ciudades inundadas por la ficción inocente de pequeños gigantes que juegan,
leen, hablan por teléfonos reflejando ciudades lúdicas que se sumergen dentro de la ciudad
real, ciudades recreadas que convive artísticamente y se divierte con el único fin
de dejar un mensaje positivista a los viandantes.
Este
artista italiano está muy activo dentro del ámbito de arte urbano, y es
bastante común, que los ciudadanos de cualquier ciudad encuentre en algún edificio
el fragmento de una ciudad realizada con trazos simples que si no fuera por la perspectiva,
el sombreado y la composición de los elementos se
antoja infantil, por lo tanto, es un dibujo caricaturesco, que al ser en blanco
y negro es muy limpio. En el caso del uso del color, en estos murales suelen ser escaso,
irrelevante, solo sirve para destacar algunos elementos e intensificar el
mensaje que en ese momento este artista desea expresar.
Los murales de Millo se gestan a partir de la arquitectura
misma de cada uno de los edificios sobre el cual trabaja, ellos buscan un
concepto que muestre idealismos, positivismo y otorgue esperanza sin que la
composición pictórica pierda protagonismo. Al estar pintado a lo alto y ancho
de las medianeras y fachadas de edificios estos murales suelen ser
monumentales, enormes ciudades surrealistas que se alimenta del mismo urbanismo
donde fue reproducida. Son enormes composiciones realizadas en un espacio
limpio y organizado pero donde también se desprende cierto caos. En el centro
de la composición siempre encontraremos niños o pequeños gigantes de ojos
rasgados y rostros inexpresivos que se deleitan con actividades que combinan
candidez y esparcimiento. Si bien los murales a pesar de tener una temática
única suelen ser muy distintos unos de otros, no pasa lo mismo con la
perspectiva que suele repetirse en todos porque todas las ciudades de Millo son
observadas a vista de pájaro, las miradas se sitúan sobre las azoteas, de los
aviones sin motor y nubes contorneadas, es una vista aérea que no involucra y
distancia al espectador, lo que permite una visión panorámica que produce un
efecto en el espectador de que mire hacia abajo mientras contempla al mural
mirando hacia arriba, es decir, el espectador es el verdadero gigante de la
ciudad.
Las
obras de Millo ha
recorrido el mundo, puede decirse que cada ciudad importante del planeta tiene
un mural de este italiano, de hecho, es un invitado habitual en los distintos festivales
de Arte Urbano, por lo que esas ciudades de pequeños gigantes pueden verse en ciudades de China, Australia, Tailandia,
Argentina, Chile, Marruecos, España, Portugal, Gran Bretaña, Holanda, Polonia,
Lituania, Bielorrusia, Ucrania y, por supuesto, Italia, su país de origen.
También ha participado en exposiciones colectivas y muestras en solitario en galerías
de Roma, Milán, Bolonia, Florencia, Londres, París, Barcelona, Luxemburgo y Rio
de Janeiro.
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