El tema sobre la gentrificación y la masificación del turismo ya lo hemos tocado en varias oportunidades en notas anteriores. Pero es importante entender que la palabra gentrificación es una palabra emergente que va calando en una realidad igual de emergente. Debemos tener muy en cuenta que la gentrificación se ha transformado en un fenómeno global, pese a a ello, la gentrificación no es igual para todos, es necesario tener en cuenta las especificidades locales, regionales y nacionales para determinar cómo se desarrollan los distintos procesos de gentrificación en cada ciudad, debido a que las condiciones sociales, políticas y económicas varían marcadamente respecto una de otras, más aún de los países anglosajones y europeos.
Conocemos el dicho que reza "si un modelo tiene éxito, repítelo en todas
partes ", pero también conocemos las dificultades y problemáticas que
ocurren cuando un modelo desarrollado en otras geografías y en diferentes
contextos se intenta adaptar y trasladar a las realidades urbanas. Sin embargo,
es posible observar los términos que la gentrificación difunde en algunos de
los múltiples procesos de transformación urbana y que herramienta utiliza para
tal fin, desde la renovación de las áreas centrales y cascos históricos hasta la producción de urbanizaciones privadas para
las clases pudientes, ubicados muchas veces en una periferia ocupada por las
clases populares.
La democratización del turismo también es un fenómeno imparable, que se sentirá
marcadamente luego de que las ciudades salgan del confinamiento de esta
pandemia, y es posible que esta situación se agrave mucho más en el futuro con
afluencia de las nuevas clases medias asiáticas, ávidas por viajar a Europa. Esto
en una época post pandémica puede ser la continuación de aquella mirada
clasista de los años 30, cuando las clases populares invadieron las ciudades de
ocio de alta burguesía europea. El nuevo clasismo unido al turismofobia
defienden lugares y ciudades para las élites sociales, culturales y económicas a
la vez que se aleja de las turbas de turistas, pero también es cierto que los
vecinos de los barrios más afectados requieren una respuesta a una realidad compleja
y de difícil gestión. Sobre todo ante la llegada del AirBnB, plataformas P2P de
alojamiento turístico ha generado nuevas oportunidades especulativas para parte
del parque inmobiliario, derivándolo en el segmento de menor superficie y más
barato— hacia esta nueva forma de explotación que ha contribuido parcialmente
al alza de precios de la vivienda, sobre todo de alquiler.
Se han popularizado así dos nuevos palabras: turismofobia y
turistización, proceso que se enlaza con la gentrificación, los procesos,
convertidos posteriormente en modelo, de gentrificación y turistización en
ciudades como París, Roma, Praga, Lisboa, Ámsterdam y/o Barcelona para muchos
de los ciudadanos que habitan en esas ciudades, sufren las consecuencias de la masificación
del turismo en un continente museo
con ciudades limpias, bonitas, seguras y con buenas infraestructuras. Definitivamente, un buen
lugar para pasar unas vacaciones.
Por ejemplo, los barrios que conforman Ciutat Vella (Gótico, Raval
y Barceloneta), en la ciudad de Barcelona,
muy a pesar de los esfuerzos por mejorar y rehabilitar el distrito, la
inmigración -no siempre legal- condicionó el progreso de estas mejoras. Las
calles antiguas de aspecto bohemio de la ciudad condal, agrupan una diversidad de nacionalidades.
La verdadera gentrificación se da ahora con el denominado turismo low cost,
apoyado en plataformas como Airbnb. En la actualidad, el número de censados ha
disminuido, familias de toda la vida han abandonado el barrio, dando lugar a un
importante número de viviendas turísticas. El arrendar un piso para destinarlo
a residencia habitual se hace menos viable. El mismo caso, lo encontramos en el
barrio de Chuecas ubicado en el distrito Centro de Madrid, en la década de los
70 padecía serios problemas de inseguridad, venta y consumo de drogas. Era un
barrio de clase trabajadora, que contaba con palacios en las avenidas que lo
bordeaban. Chueca pasó de ser zona de ambiente a convertirse en un conocido y
muy celebrado barrio gay, atractivo más allá de nuestras fronteras. Fue
recuperado y rehabilitado, contando con una estratégica situación. Aparece además
una variada oferta de atractivos restaurantes y comercios. Como efecto de la
gentrificación se ha expulsado en gran medida a la población mayor edad. En la
actualidad, es el barrio con un comportamiento más resistente a la crisis, la
escasez de oferta que no satisface a la demanda que se moverá por operaciones
de rehabilitación de edificios y venta acompañados de un dinámico mercado de
segunda mano.
En la ciudad de Malmö, Suecia, en la zona portuaria industrial de esta
ciudad sueca, se produjo una auténtica reconversión transformándose en barrio
residencial, donde el protagonista es el rascacielos Turning Torso del
arquitecto español Santiago Calatrava. Aquí el fenómeno de gentrificación queda
resumido en la circunstancia de que, con el nuevo puente que une Malmö con
Copenhague, son muchos los daneses que voluntariamente se han desplazado debido
que les resulta más económico fijar residencia en Malmö y tenerla como ciudad
satélite y trabajar en la capital danesa. Este caso se asemeja a lo que pasa en
Brooklyn, situado en la parte oeste de Long Island, es uno de los cinco
condados que conforman Nueva York. Destaca por haber sido crisol de razas,
pudiendo encontrar en sus calles a afroamericanos, hispanoamericanos, rusos,
ucranianos e italoamericanos principalmente. Pero Manhattan, con sus
disparatados precios, tensionaron el mercado inmobiliario hacia Brooklyn donde
se rehabilitan pisos que cambian de inquilinos o dueños mes por mes. Los
pequeños y especialmente los grandes arrendatarios, ante el alza de precios,
van impidiendo la renovación de los alquileres con bajas rentas. No siempre se
recurre a métodos gansteriles limpios, pues se llega en ocasiones a la falta de
mantenimiento deliberado hasta de imposibilitar que el inquilino haga el pago y
forzar la resolución del contrato. En cuanto a los nuevos moradores, se percibe
una demanda creciente por parte de jóvenes hipsters, familias de clase media y
artistas para quienes le hace imposible rentar en Manhattan.
El proceso de turistización es más nocivo en sus efectos porque
sustituye a una población local por una población flotante sin arraigo, esto ha
traído como consecuencia la turismofobia como ha pasado en Barcelona, y esto
afecta muchos más rápido. Desde luego, el turismo, es una fuente muy rentable. Esto
ha hecho que se hablen de una “gentrificación 4.0” que amenaza con generar
espacios urbanos tematizados. La
situación es especialmente grave en zonas turísticas, porque descuida y deja desprovistos de las mínimas cualidades básicas
al residente estable, debido que los comercio y locales de ocio hacen imposible
condiciones mínimas para el descanso. El turismo es una actividad económica tan
intensa e invasiva incompatible con el día a día de los vecinos.
El caso del barrio del Cabanyal es emblemático, porque sus residentes
les ganaron la batalla a un proyecto inmobiliario. Siendo este uno de los tres
barrios que conforman el conjunto históricos de la ciudad de Valencia, su
trazado urbanístico y estilo modernista popular de sus viviendas le mereció la
ser catalogado BIC (Bien de Interés Cultura) por la Consellería de Cultural de
la Generalitat Valenciana en 1993. No obstante, a ello en 1999 fue aprobado por
el Ayuntamiento de Valencia el plan especial de intervención en el Barrio del
Cabanyal, este plan supondría la prolongación de la avenida Blasco Ibáñez a
través de barrio y la construcción de edificaciones de 5 plantas de altura con
lo que se desmolerían 1621 viviendas gran parte de ellas dentro de la
protección BIC, mientras que los fondos de inversión se disputarían los últimos
espacios en primera línea de playa en la ciudad española donde nació la paella.
Esto también tendría como consecuencia el desplazamiento de todos los
habitantes afectados por esta prolongación, sin embargo, apoyados por las dos
principales universidades, las comunidades afectadas hicieron frente a esta
especulación inmobiliaria vestida de gentil gentrificación a través de
distintos eventos culturales gestado por
ellos mismos como el festival Portes Obertes donde se le abrieron las puertas de
las casa a artistas y visitantes lo que permitió a la gente ajena a
sensibilizarse ante el posible desplazamiento y la pérdida del barrio.
El nombre es importante: rebautizar las zonas destinadas a la
especulación, indispensable. Crear dos, tres, muchos Sohos, East Villages,
Tribecas, (repetir
fórmulas o hacer creer que es así), como es el caso de Málaga, que fue un
proceso muy distinto al del Cabanyal, en Málaga se dice que la gentrificación
provino desde el CAC (Centro de Arte Contemporáneo) donde se orquestó la
maniobra de diversión idónea gracias a la aplicación del Street Art como
dispositivo de domesticación y turistización, al igual que lo sucedido en el
barrio de Wynwood en Miami. Fue a finales de la primera década del año 2000
surgió de los vecinos y comerciantes de la zona la idea de crear un distrito
cultural con el propósito de fomentar la reactivación de este espacio urbano
deprimido, es cuando nace el proyecto MAUS (Málaga Arte Urbano Soho) con el
objetivo de desarrollar actividades de índole cultural de diversas disciplinas
artísticas, el barrio Soho de Málaga, también denominado "Soho, Barrio de
las Artes", es un área cultural y comercial ubicada dentro del Ensanche
Heredia en el distrito Centro de la ciudad de Málaga, por sus múltiples murales
alberga hoy media docena de hoteles, restaurantes y tiendas costosas, en tanto
que se cuentan ya por cientos los apartamentos turísticos.
Muchos urbanistas defienden a la gentrificación como el proceso necesario para
renovar las ciudades, no obstante, en notas
anteriores describimos el proceso clásico de la gentrificación a través de
cuatro fases que se enlazan entre sí abandono, estigmatización, regeneración y
mercantilización y que habitualmente se desarrollan en los centros urbanos, las
asociaciones vecinales se hacen cada vez más activas ante estos procesos de
gentrificación, se impone afrontar el problema y regularlo. Para ello, ciudades
como Ámsterdam, Barcelona, Londres, Madrid y París han comenzado a trabajar en
red para enfrentarse a estos desafíos globales. Las ciudades mediterráneas de
Europa afectadas por los excesos del turismo, ya se reúnen y coordinan para
abordar la realidad que ejerce la presión turística, sus consecuencias y el
papel del movimiento vecinal. Algunos como la Asamblea de Barrios por un
Turismo Sostenible (ABTS) apuestan por el "decrecimiento" del sector
debido que este genera inseguridad y fomenta la emigración ilegal.
La gentrificación liderada por los agentes inmobiliarios se ha
convertido en las flores del mal, porque para renovar y rehabilitar primero se desaloja
y se deteriora, para producir los cambios en la población de un territorio tal manera
que los nuevos usuarios sean de un estado socioeconómico superior de aquellos
que previamente allí habitaban, los cuales son desplazados en ese proceso. Así mismo
el arte urbano se ha convertido en una herramienta a favor o en contra en la
interrelación entre gentrificación y las múltiples luchas vecinales. Son las
dos vertientes que se estiman como apropiadas para evidenciar las consecuencias
ocultas de las políticas urbanas contemporáneas y re-politizar los estudios
urbanos desde un horizonte que se relaciona con las reivindicaciones
ciudadanas.
El proceso clásico de la
gentrificación suele producirse tras el abandono y estigmatización de un
barrio, para pasar a una fase de regeneración y mercantilización posterior. Un
fenómeno que cambia la fisonomía urbana del barrio con aspectos positivos,
pero igualmente con externalidades negativas evidentes. La gentrificación efectivamente
permite recuperar la actividad económica, así como restaurar zonas degradadas,
pero igualmente se traduce en especulación inmobiliaria, aumento de precios, y
la expulsión de ciudadanos con menor nivel de renta o poder adquisitivo,
generando con ello colectivos de resistencia y un sentimiento de rabia y
humillación.
Uno de los efectos
colaterales de esta situación es la emergencia de una nueva turismofobia, que
va mutando desde los tradicionales y legítimos actos de protesta vecinales a
otros que pueden ser considerados violencia de baja intensidad, como sabotajes
a edificios, empresas o infraestructuras turísticas. Muchos de los que
justifican esas acciones, con el modelo turístico de la ciudad,
responsabilizando a la mala gestión de las autoridades. La cuestión radica, en
si es posible poner puertas al campo y diseñar modelos de desarrollo turísticos
coherentes, inclusivos y sostenibles en un mundo donde impera la movilidad, la
velocidad y la conectividad. La democratización del turismo es un fenómeno que
luce indetenible.
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