Hace
tiempo que las ciudades más emblemáticas de planeta han tomado conciencia sobre el deterioro
que trae consigo el turismo masivo, lo que ha pasado a llamarse turistización, ciudades como Nueva York, París o Barcelona donde con un poco de disimulo esta turistización ha sido
implacable con los residentes, que observan impotentes como se instalan en su barrio docena de pequeños hoteles y cientos de apartamentos turísticos encareciendo con ello todos los servicios, pero esta turistización también le pasa factura a los mismos turistas que no pueden escaparse de las zonas de
especulación al turismo.
El
lunes 27 de mayo el Museo del Louvre cerró excepcionalmente por conflicto
laboral, todo esto se debe a que el personal se vio sobrepasado por el público
asistente que ha aumentado más de un 20 % desde 2009. El personal de este
célebre museo para tal fin se acogió a lo que el código laboral francés llama "derecho
de retirada", es decir, que el personal puede ausentarse de su puesto sin informar al empleador
si considera que no se dan las condiciones para ejercer de manera
segura.
Lo
curioso de esta situación y lo que motiva a este blog escribir algo sobre este fenómeno que el 26 de mayo en Santiago de Chile se cobró la vida por inhalación de gas de una familia de turistas brasileños que alquilaron un apartamento a través de la plataforma Airbnb que no estaba apto para ser habitado. Y es por estas nuevas ofertas de alojamientos turísticos en zonas residenciales que la masificación del turismo ha traído serias
incomodidades para los residentes de la ciudad de Barcelona, quienes constantemente, se han movilizado para denunciar este hecho como una seria irregularidad que depreda y socava la urbanidad de los distintos barrios, pero mientras esto pasa en la ciudad condal, la industria turística francesa se felicita
por el aumento del turismo que recibe la ciudad luz, que en 2018 superó los 10
millones de personas.
En
el marco de la 58a Bienal
de Venecia, concretamente, el miércoles 22 de mayo el artista urbano Banksy
hizo acto de presencia con una instalación, desde luego, sin autorización. Esta vez, su anónima presencia fue para denunciar
la masificación del turismo en Venecia. Problema que tampoco es nuevo para esta ciudad, es por ello, que este año introducirá una nueva tasa de entrada para las estancias sin
pernoctación, todo ante la cada vez más cercana probabilidad, de que esta histórica
ciudad de los canales convertida en parque temático acabe muriendo por el claro daño ambiental
y social que provoca la masificación de turismo.
La
instalación realizada por Banksy titulada ‘Venice in Oil’, es un puesto
callejero de arte que colocó en la
icónica Piazza San Marcos donde se ve un conjunto de lienzos que representan
uno de los miles de cruceros que pasan cada año por la ciudad italiana. Los lienzos en su conjunto muestran la
imagen única de un crucero que pasa por el gran canal de Venecia con un fondo donde
se apreciar el Puente de los Suspiros y el campanario de la Basílica de San
Marcos. Esta instalación fue registrada en un video que Banksy posteo en su propio Instagram donde se aprecia el puesto callejero donde una persona sentada en
una silla y leyendo un periódico se encarga descuidadamente de vender cuadros, mientras, la gente se pasan a ver el puesto de
arte, hasta que finalmente un policía se acerca al misterioso hombre para ayudarlo a
trasladar su pequeño tarantín a otra parte.
Ante
de esta instalación y posterior video, apareció en uno de los canales un stencil con el dibujo de un niño migrante vestido con un chaleco
salvavidas que sostiene en lo alto de su mano un especie de antorcha con destello de color rosa neón. este stencil también esta registrado en el instagram de Banksy lo que indica que tiene su autoría.
Finalmente, desconocemos
si la decisión del sindicato Sud Culture Solidaires de denunciar la degradación sin precedentes de las condiciones de la
visita a espacios culturales, así como las del trabajo de los empleados de la cultura ante el
incremento del público y el cierre de Louvre se encuentren motivada o tenga algo que ver con la denuncia hecha una semana antes por el artista Banksy. Lo cierto es, que un centenar de trabajadores se
manifestaron frente al Ministerio de Cultura francés, no muy lejos del Louvre, para solicitar mejores condiciones de trabajo, más personal para el museo y desde luego, más respeto por parte de un público que
no deja de crecer en los distintos espacios culturales de la ciudad. Esta claro, que cualquier solución que se tome, tendrá que pasar por asumir algunas limitaciones y la exigencia de medidas responsables por parte de la rentable industria del turismo. No es descabellado afirmar que gracias a la masificación del turismo una epidemia local se convierta en una pandemía de proporción universal.
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